Carga Tu Cruz y Sígueme

Haber vivido en Cuba es como recibir un doctorado en supervivencia. Los cubanos han tenido que aprender a ser inventores, científicos, deportistas, artistas, constructores y “arreglalotodo” para satisfacer sus necesidades básicas. Agobiados por problemas tan grandes, han tenido que encontrar soluciones aún más grandes.

Este escrito busca inspirar a aquellos que, dentro y fuera de la Isla, se sienten abrumados por las dificultades diarias. Queremos transmitir un mensaje de esperanza y fe, un mensaje que Jesucristo comunica a sus discípulos a través de su vida y palabra.

No debemos olvidar que Jesús transformó la cruz, que era un instrumento de muerte y tortura, en un símbolo de vida. De la misma manera, podemos encontrar grandes oportunidades detrás de cada dificultad.

Jesús nos da el mejor ejemplo de cómo vivir nuestras vidas

La Biblia relata que Jesús dijo a sus discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.” (Mateo 16:24)

En estas pocas palabras, Cristo nos muestra el camino de la Salvación:

  1. abandonar el ego,
  2. aceptar las dificultades, el sufrimiento y las cargas que nos ha tocado llevar,
  3. seguir avanzando por el camino de Jesús sin rendirse jamás.

El Ego

El ego puede manifestarse de diversas formas, ya sea como un sentido exagerado de autoimportancia, una preocupación excesiva por uno mismo o un miedo a sufrir cualquier inconveniente, incluso si beneficia a quienes nos rodean. Así, una persona egoísta es incapaz de hacer el menor sacrificio por otras personas, buscando satisfacer sus deseos inmediatos sin considerar las consecuencias. En contraste, la humildad es lo opuesto al ego. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento contienen numerosas referencias sobre cómo vivir con humildad.

Las Dificultades

¿Y qué mejor ejemplo de humildad que aceptar los desafíos que son inherentes a nuestra condición humana y a la realidad que nos ha tocado vivir?

Jesús nos invita a cargar nuestra cruz y seguirlo. De esta manera nos enseña que en la vida es necesario seguir adelante, dar lo mejor de sí en todo momento, sin importar el peso que estemos llevando. Enfrentar nuestros problemas, cargar nuestras responsabilidades y las dificultades que cada uno de nosotros enfrenta, sin dejar de avanzar.

El Camino del Bien

Como cristianos, somos aliados incondicionales del Bien y nos encontramos en la obligación moral de trabajar de manera incansable para asegurar que se haga la voluntad de Dios. Es importante entender que la voluntad divina se centra en el bienestar general y la felicidad plena de todos sus hijos, sin excepciones. Por lo tanto, nuestra misión es buscar siempre el camino que nos lleve a cumplir estos ideales, contribuyendo así al plan divino y a la manifestación de su amor en la tierra.

El Obstáculo es el Camino

Los problemas que enfrentamos, ya sean personales o los que vemos sufrir a los demás, no son más que oportunidades disfrazadas, señales que nos indican el camino hacia una vida plena y santa.

El verdadero éxito, el que Dios diseñó para nosotros, se encuentra más allá de nuestra zona de confort. Es ahí donde se encuentra nuestro mayor potencial y donde podemos alcanzar nuestra verdadera grandeza.

Nuestra mente, sin embargo, a menudo crea barreras imaginarias que nos impiden alcanzar ese potencial. La forma de superar estos obstáculos es negándonos a nosotros mismos, ignorando el dolor, el cansancio, la pereza, la duda y todo lo que nos aleje del camino que hemos decidido tomar.

En nuestra vida espiritual, a menudo nos encontramos con obstáculos que parecen barreras insuperables en nuestro camino hacia Dios. Sin embargo, la tradición católica nos ofrece una profunda enseñanza: el obstáculo en sí puede convertirse en el camino hacia la gracia divina.

Referencias bíblicas

La Biblia nos muestra cómo Dios utiliza situaciones difíciles para cumplir sus propósitos. Por ejemplo, en el relato del Éxodo, el pueblo de Israel se encuentra atrapado entre el mar y el ejército egipcio. Parece que no hay salida, pero Dios abre un camino en medio del mar y los lleva a la libertad. Este obstáculo se transforma en el camino hacia la liberación y la salvación.

Del mismo modo, en nuestras vidas, los obstáculos pueden convertirse en oportunidades para crecer en nuestra fe y confianza en Dios. Cuando nos enfrentamos a desafíos, podemos sentirnos tentados a rendirnos o desesperarnos, pero en realidad, son momentos en los que podemos acercarnos más a Dios, confiar en su providencia y experimentar su poder transformador.

San Pablo nos recuerda en su carta a los Romanos: “Y sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman, de aquellos que han sido llamados conforme a su designio” (Romanos 8:28). Esto significa que incluso en medio de las dificultades, Dios está obrando para nuestro bien, guiándonos a través de los obstáculos hacia un mayor conocimiento y amor por Él.

Por lo tanto, en lugar de ver los obstáculos como impedimentos en nuestro camino espiritual, podemos aprender a verlos como oportunidades para crecer, fortalecernos y profundizar nuestra relación con Dios. Cada obstáculo puede ser una invitación a confiar más en su amor y providencia, sabiendo que Él está siempre con nosotros, guiándonos y sosteniéndonos en nuestro viaje de fe.

En Conclusión

Por muy dura que se nos ponga la jugada, debemos recordar que Dios nos ama y nos da la fuerza necesaria seguir al bate. Hay ser amables con los que nos rodean e incluso estar dispuestos a sacrificarnos por ellos.

Armados con este pensamiento, podemos lograr cosas extraordinarias.

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Filipenses 4:13

Dios es el único que puede darnos la paz y tranquilidad que buscamos. Así que, no importa lo que estés pasando, recuerda siempre cargar tu cruz y seguir adelante.